domingo, 4 de julio de 2010

Las Chicas de Isabel del Rio, en la revista Cañasanta


por Martín Cid



Normalmente, cuando le preguntan a un escritor por la gestación de una obra le preguntan por la suya. Normalmente encontramos las respuestas habituales: que si me lo pasé muy bien escribiéndola (mentira, mentira), que si ha sido un placer (ejem, esto cuesta mucho) que si tal que si Pascual…

Hoy les voy a hablar de una chica que ha escrito un libro llamado Las Chicas del Óleo y que ha editado Akrón. ¿Por qué sobre éste? Digamos que Isabel del Río (http://www.isabeldelrio.es/ )es la persona con la que discuto por las noches (y a la mañana siguiente, ¿suficientes pistas? Creo que incluso demasiadas).

Vivir de cerca (y tan de cerca) lo que es la gestación de un libro se hace curioso. Cuando un escritor tiene una idea, no para con ella hasta darle forma. Y es que escribir un libro tiene mucho de trabajo, pero también de suerte y oportunidad. Puedes pasar horas delante del ordenador que la cosa no irá hacia adelante o puedes, en cambio, estar tomando algunas copas y la idea surge rápidamente (es que con el alcohol me cesan los temblores). Y otras (como en el caso que nos atañe) vienen de un estudio de casi diez años. Cuando conocí a Isabel ya hablaba sobre las mujeres pintoras. Sus argumentos eran (cuanto menos, sorprendentes): las mujeres no habían estado más o menos sometidas que los hombres en la Antigüedad, lo que pasaba es que en la Modernidad se había silenciado sus papeles protagonistas para potenciar más el “cualquier momento presente es mejor que el pasado”.

Cuando Isabel comenzó a escribir el libro la obra ya estaba madura. Me explico: un libro requiere un proceso de distanciamiento para reflexionar sobre las intenciones primeras y la adecuación del texto a la idea primera. En este caso, Isabel ya tenía tan interiorizada la idea que pudo preocuparse por otros aspectos de la obra (más formales, en este caso).

Isabel tuvo mucha suerte en este último aspecto (de suerte nada, reflexionar sobre un tema te da muchísima ventaja) y así pudo dotar al libro de otras cualidades que no suelen brillar en un ensayo: locuacidad, humor e inteligencia. Y es que en Las Chicas del Óleo se ve algo más que una intención didáctica (que también la tiene): el libro entretiene y nos llama la atención de vez en cuando. Cuando ya termina el adagio Isabel hace sonar los platillos y nos despierta de la reflexión con sentido del humor y perspicacia. Muchas veces, y siempre desde la perspectiva del novelista, los ensayos adolecen totalmente de estilo y se limitan a plantear unos hechos o reflexiones de una manera objetiva. Desde mi punto de vista, la objetividad ha de existir, sí (y desde luego, un sí rotundo) pero no por ello descuidar cuestiones de estilo. No podemos perdernos en un interminable párrafo para justificar un dato (el lector se aburrirá) y así sucede en muchos ensayos de los normalmente calificados como “serios”.

El libro evolucionó poco a poco, despacio… hasta que llegó el momento de la primera lectura (sí, adivinen quién fue el agraciado, el mismo que escribió el prólogo y el mismo que ahora se dirige a ustedes): a pesar de que aún se añadieron alguna cosas más, el libro estaba curiosamente listo. Este hecho no sucede casi nunca (¿cuántas veces reescribió Dostoievsky El Idiota? Unas cuantas) y constituye un extraño milagro. Fue luego cuando se añadió un pequeño prólogo que yo mismo escribí (¿para completar las páginas que quería el editor? Será un enigma que mil sabios tratarán de resolver durante siglos).

Poco tardó en leerlo el editor (que responde a las siglas de JMMV) que, aunque sea editor, todo hay que decirlo, es un buen tipo y un amigo (sí, nadie es perfecto). A las pocas semanas el libro ya estaba impreso y se mandó a la distribuidora.

Y esto, amigos y amigas, es lo que podemos decir sobre el libro de la persona que me aguanta cada día (y a la que aguanto). ¿A quién le interesa la anécdota del vil traidor que le sugirió cambiar una coma ante la mirada de asesina de la escritora? (lo sé, la anécdota es bastante jugosa) ¿A quién pueden interesar las discusiones que sostuvo con otras mujeres defendiendo sus ideas? ¿A quién las opiniones sobre una tal Frida Kahlo?

Encontramos algunas de estas respuestas en el libro, sí. Otras se las llevará el viento.

Y es que hay algo maravilloso en un libro.

Que no termina en su última frase.

Martín Cid
http://www.martincid.com/

viernes, 11 de junio de 2010

Parmenides o Heraclito, por Isabel del Rio


Parménides o Heráclito
por Isabel del Río
http://www.isabeldelrio.es

¿Quién y cómo somos? Sería la pregunta que fundamenta toda la Filosofía, al menos la occidental –siempre tan individualista-, porque si contestamos a esta pregunta podemos responder también a sus otras dos cuestiones hermanas: ¿de dónde venimos?, y ¿hacia dónde caminamos? –que los demás vayan o no con nosotros es un tema que nos aflige sólo de soslayo-.
Quizás los dos primeros filósofos que han marcado el rumbo a seguir a la hora de investigar la contestación a tan fundamental pregunta han sido los presocráticos Parménides y Heráclito, o Heráclito y Parménides (que tanto monta, monta tanto…). Ambos comparten época (siglo VI a. C.), cultura (la helena, claro) y textos perdidos y recopilados (o deformados) en la noche de los tiempos. “Sobre la Naturaleza” es el título del filosófico poema de Parménides, “Sobre la Naturaleza” es también el título del libro de aforismos de Heráclito. Oscuras son las metáforas que adornan el poema del primero, “el Oscuro” fue el mote que recibió el maestro del aforismo y la antítesis (oxímoron, para hablar con propiedad)… demasiadas coincidencias. Sí, demasiadas, porque en definitiva indagaban el mismo campo de la Metafísica aunque, sin embargo, han pasado a nuestra cultura popular como padres de respuestas opuestas que nunca llegan a encontrarse.
Al gran Parménides se le asocian los adjetivos de “inmóvil”, “único”, “perfecto”, “indestructible” e “íntegro” para calificar al Ser (en nuestra mentalidad, la existencia individual de cada uno, que es lo que nos importa). A Heráclito adjetivos antitéticos y, de hecho, resumimos su pensamiento con la famosa frase de “todo cambia y nada permanece” o con esta otra (más estilo ejecutivo agresivo) de “conviene saber que la guerra es común a todas las cosas y que la justicia es discordia”.
Trabajos ha habido y hay que complementan las especulaciones de uno y otro pero los siglos XIX y XX (y lo que va de XXI), y más allá de los manuales de Filosofía de los institutos y facultades, han ignorado a Parménides y sus principios básicos no sólo han sido rechazados sino elevados a la categoría de incomprensibles por nuestro batallador pensamiento que afirma que siempre estamos mejorando, que con nuestro esfuerzo y saber podemos cambiar el rumbo de los destinos y que todo es posible en éste, el mejor de los mundos (el heredero de la Revolución Industrial).
Lo estático e inamovible han pasado así a ser atributos del mundo oriental y sus ajenas religiones y los incorporamos (cambiando los conceptos a nuestro antojo) dentro de la faceta exótica que da color a nuestras vidas, como parte de nuestros hobbies o religión “new age” que casi nadie se toma en serio, por lo menos a la hora de pedir el aumento de sueldo.
Como española y heredera, yo también, del pensamiento ilustrado, me resulta imposible aplicar el estatismo y la no dialéctica a la hora de interpretar mi vida, pero (y esto es lo que me resulta chocante), no entiendo cómo toda nuestra cultura y literatura ha llegado a rechazar de manera tan evidente lo que no sea cambio (es decir, progreso) y casi no haya acercamientos a esa otra existencia “perfecta” en sí misma a un nivel especulativo o literario (al meno poético).
Recientemente, he leído un libro occidental, una novela, que sí lo hace: se titula “Un Siglo de Cenizas” de Martín Cid (editorial akrón) y con estructura cabalística (el árbol de la vida es el camino que guía capítulos y personajes) indaga en un mundo ya terminado y completo en sí mismo, donde sus personajes nada pueden cambiar y viven en la metafórica (¿es un oxímoron?) contemplación del humo de sus pipas mientras las Guerras Mundiales (e industriales) intentan transformar economía y sociedad para volver al punto de partida: las cenizas. ¿Es “Un Siglo de Cenizas” de Martín Cid una novela oriental? Tal vez no podamos cambiar el devenir tanto como creemos, tal vez vivamos en una esfera cerrada en la que aprendemos sólo meditando, tal vez la palabra “progreso” sea sólo una falacia…, o tal vez no. Pero si Parménides forma parte de las raíces de Occidente ¿por qué sólo fijarnos en Heráclito? No es bueno demediar el pensamiento ni intentar convencer al que está en crisis de que mañana todo cambiará; no, no es bueno porque las verdades a medias son siempre una mentira (dijo el poeta) y porque no se progresa en base a la estupidez ni a la repetición de eslóganes.
Entre tanto libro publicado igual al anterior, donde los protagonistas hayan un pergamino (preferiblemente templario) que les conduce a la superación personal (en el mejor de los casos, por constatar una verdad que ya conocían; en el peor, porque se forran con el hallazgo de algún tesoro estrambótico), una novela que se interroga sobre otras maneras de pensar y vivir, es fuente de sabiduría: es una creación artística, más necesaria que nunca en un tiempo de crisis “inmóvil”, “único”, y “perfecto”.

**Isabel del Río es profesora y escritora. Autora de “Ariza” (ed. Alcalá, 2008) y de “Las Chicas del Óleo, pintoras y escultoras anteriores a 1789” (ed. Akrón, 2010). Dirige la revista cultural bilingüe Yareah magazine.

Ver más:
http://www.martincid.com/unsiglodecenizas
http://martin-cid.blogspot.com/2009/09/video-de-presentacion-de-un-siglo-de.html

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Martín Cid: Diseño de Joyas de Chile en Yareah magazine


He visto que nuestra lectora Rosa Medina ha publicado en su blog:




Sí, la verdad es que a todos nos gusta la artesanía de "Clases de Mostacillas".


En mi nuevo proyecto de "La Vieja Sirena", yo también hablo de Chile.


Leer más:




miércoles, 8 de julio de 2009

Cecilia Reyes rinde homenaje al "Libro de La Selva" de Rudyard Kipling en Yareah magazine

La Selva, que mejor lugar para volver locos los sentidos, la gama completa de colores esta presente, al igual que miles de olores y sensaciones. No importa cual es mi color favorito, ya que allí están todos, y de un mismo color están todas las posibilidades de existir, desde el mas claro y tenue hasta el mas intenso y oscuros. Olores - aromas, que olor más delicioso que el de una flor, de la tierra húmeda, la brisa del mar o simplemente el aire que mueve y mezcla todas esas escénicas. Y uniendo todo esto se une con las texturas, suaves, rudas, tersas o puntiagudas, dan ganas de tumbarse en el pasto y simplemente sentir. Todo esto es lo que he tratado de reflejar en las joyas y manualidades que realizo, para recordar las intensas sensaciones y emociones que entrega la naturaleza, para seguir disfrutando de ellas aún cuando estés en la ciudad.

Ver la Bio y los bellos trabajos de la chilena Cecilia Reyes en:
http://www.yareah.com/magazine/index.php/arts-arte/398-diseno-de-joyas-cecilia-reyes

viernes, 15 de mayo de 2009

LA ALQUIMIA DE SERGIO FRITZ ROA EN YAREAH MAGAZINE

Sergio Fritz Roa
Chileno, 33 años. Escritor y ensayista, fervoroso estudioso de los símbolos, la alquimia y la literatura fantástica. Sus artículos han sido publicados en libros y en revistas como “La Casa del Tiempo” (México), “Serpiente Emplumada” (Perú), “L´Idea” (Italia), etc. Algunos de sus poemas y relatos fantásticos se encuentran en revistas especializadas o en antologías en castellano. Es uno de los más conocidos estudiosos y difusores de la obra de H.P.Lovecraft en el mundo hispanoparlante. Dirige la revista de espiritualidad tradicional y poesía trascendente Bajo los Hielos: http://www.bajoloshielos.cl

Leer más sobre sus numerosos artículos de literatura:
Sobre Novalis en
http://www.yareah.com/magazine/index.php/literature-literatura/281-novalis-y-su-alquimia-literaria
Sobre Jorge Luis Borges en
http://www.yareah.com/magazine/index.php/issue-5-numero-5/56-5-literature-literatura/56-borges-y-la-estetica-de-la-ficcion
Sobre Lovecraft en
http://www.yareah.com/magazine/index.php/numero-4/50-4-literature-literatura/99-lovecraft-y-sus-1001-noches